23/7/10

La plastelina es super guay

Para mi los dibujos animados son como el helado de chocolate en una tarde de verano, me encantan, si por alguna razón no pudiera ser diseñadora de moda me dedicaría a hacer dibujos animados. Haría cosas que enloquecieran a todos los niños y solo algunos adultos lo pudieran entender, sería tan divertido. Phineas y Ferb, Bob Esponja, Flapjack, Los padrinos mágicos, Los Rugrats, La banda del patio, Angela Anaconda son solo algunos de mis favoritos. Una de las películas de animación que más me ha gustado desde que era pequeña es Toy Story, la culpable de que me portara con mis juguetes mejor que con mis hermanos y de que tratara de pillarlos hablando entre ellos continuamente. Ayer fui al cine a ver la tercera parte y simplemente fue increíble, si las segundas partes nunca fueron buenas, las terceras tendrían que ser aun peores pero Toy Story es la excepción que confirma la regla. Salí del cine con una terrible snesación de tristeza por haber dejado que mi madre tirara a mi muñeca favorita, vale, se le había caído un ojo y siempre estaba despeinada y sucia pero era mi muñeca, con la que esperaba que mi hermana pequeña y mis hijos jugaran algún día. Entonces me dio por pensar en todos los juguetes que han formado parte de mi vida y acordarme de aquella época en la que me levantaba a las siete de la mañana y no dejaba de jugar hasta las doce de la noche. Mis hermanos y yo nos disfrazábamos, cogíamos los muñecos de plástico o los pitufos o las bratzs o la cocinita o lo que fuéra, nuestra lista de juegos era interminable, no nos hacía falta más que nuestra imaginación para divertirnos.


Siempre he creído que el día que sea una adulta sabré que ha pasado porque dejaré de pasármelo bien viendo dibujos animados y de tener ganas de entrar en las jugueterías y comprarme todos los juguetes que hay en la tienda, pero sinceramente espero que eso nunca pase. Los niños son super guays. Sus libros son super guays, sus canciones son super guays, su comida es super guay, sus mochilas son super guays, sus cuentos son super guays, sus juguetes son super guays, sus dibujos son super guays y eso es lo más guay de todo, no hay ni un niño en el mundo que dibuje mal, todos los dibujos que hacen son geniales, ojalá algún día pueda dibujar como ellos. De mayor quiero ser pequeña.

19/7/10

Hay un cuento en el fregadero

Erase una vez un vampiro que por la noche se convertía en murciélago y una bruja buena que coleccionaba arañas de colores.

Tenían cuatro hijos: un hada, un pulpo, un dinosaurio-dragón y una estrella del pop. El hada se llamaba Petranila, el pulpo Mastrilla pero como tenía ocho patas también tenía ocho nombres más: Lee, Mel, Set, Wes, Tes, Des, Qem y Eef. El dinosaurio-dragón era Dinagón y la más pequeña, la estrella del pop, se llamaba Mar.


Tenía una casa muy grande de tres pisos pero como todos podían volar, menos Mar, no tenían ni coche, ni moto, ni bici. Tenían un gato llamado Misifí que también sabía volar.



Un día a Mastrilla se le puso muy enferma Mel, Set, Qem y Tes, por suerte podía andar con Lee, Wes, Mes y Eef. Dinagón y Petranila intentaron curarlos con sus poderes mágicos pero no tenían suficiente magia porque aún eran unos niños. Mar no podía hacer nada, ella solo sabía cantar, bailar y actuar muy bien.




Vino el médico a su casa y los miró bien pero no sabía que tenían, era muy raro. Mar estaba con ellos y el médico se dio cuenta que la niña tenía un poder que nunca nadie había percibido porque nunca nadie había estado enfermo en esa casa; Ella cuando cogía el micrófono, a parte de cantar, bailar y actuar muy bien, también tenía el poder de la sanidad y con un golpe de micrófono en la cabeza de la persona enferma se curaba. Así Mar curó a su hermano y la familia vivió dulce y felizmente para siempre, ya que eran inmortales así que así tuvieron que vivir todas sus vidas.


NINA GARCÍA SALA
(la cosa más pequeña que vive en mi casa)

10/7/10

LIBERTAD

Ultimamente oigo hablar mucho de ella. Al empezar el verano, dejar el colegio atrás, cumplir los 18, independizarnos...a veces parece que estemos a punto de conseguirla, pero ¿cómo se llega realmente a ella?



Hace poco leí en un libro que sólo había dos formas para poder ser libres, la primera era aumentar el conocimiento, ya que como más cosas sepas mayor control tendrás sobre tu vida; la otra era romper toda norma, tradición, técnica o atadura que estuviera impuesta. La mayoría de los artistas del siglo XX intentaron por este último camino conseguir la libertad y coinciden con muchos de los artistas que admiro, Picasso, Dalí, Klimt, Andy Warhol. Lo que hace decantarme por esta opción, pero quizás haga falta un poco de cada una de las dos formas que proponía el autor de mi libro o quizás no tenga nada que ver con todo esto, yo seguiré dándole vueltas a esta idea de libertad que me obsesiona desde hace tanto tiempo.


Aunque irme una semana a la playa con mis amigos hace que me sienta un poco más libre ¿de qué? aún no lo sé.