Había una vez un monstruo que soñaba con bailar. Quería ser el bailarín de ballet más reconocido y admirado del Mundo de los Monstruos.
Todos los monstruos que lo habían oido declarar su futuro en voz alta le decían que era un sueño disparatado, en su mundo solo estaba permitido asustar y comer niños. Él llego a creer que ser feliz era imposible.
Una mañana se levantó y quiso dejar de comer niños para empezar a comerse al mundo. Decidió irse, irse muy lejos, algún lugar remoto donde no existiera la palabra imposible. Le robó un globo a una niñita y salió a volar. Voló por el cielo, el espacio, galaxias infinitas. Visitó el Mundo de las Hamburguesas de Chocolate, el de los Globos Perdidos, el del los Elefantes Rosas Come Pizzas, el de las Cintas de Casette. Conoció todo lo conocido y por conocer. Pero nunca encontró lo que buscaba.
¿Qué es lo qué pasa? se preguntó un día a las 18:17 de la tarde, al momento se dió cuenta. Los sueños no son de los demás, no son ellos quien tienen que aceptarlos y ayudarte a que los cumplas, eres tú el que ha de luchar y dejarse las escamas por cumplirlos.
Así que volvió al Mundo de los Monstruos y bailó. Bailó, bailó, bailó y bailó, hasta que un día lo único que oía de los demás eran aplausos.
Todos los monstruos que lo habían oido declarar su futuro en voz alta le decían que era un sueño disparatado, en su mundo solo estaba permitido asustar y comer niños. Él llego a creer que ser feliz era imposible.
Una mañana se levantó y quiso dejar de comer niños para empezar a comerse al mundo. Decidió irse, irse muy lejos, algún lugar remoto donde no existiera la palabra imposible. Le robó un globo a una niñita y salió a volar. Voló por el cielo, el espacio, galaxias infinitas. Visitó el Mundo de las Hamburguesas de Chocolate, el de los Globos Perdidos, el del los Elefantes Rosas Come Pizzas, el de las Cintas de Casette. Conoció todo lo conocido y por conocer. Pero nunca encontró lo que buscaba.
¿Qué es lo qué pasa? se preguntó un día a las 18:17 de la tarde, al momento se dió cuenta. Los sueños no son de los demás, no son ellos quien tienen que aceptarlos y ayudarte a que los cumplas, eres tú el que ha de luchar y dejarse las escamas por cumplirlos.
Así que volvió al Mundo de los Monstruos y bailó. Bailó, bailó, bailó y bailó, hasta que un día lo único que oía de los demás eran aplausos.
Este soy yo. Algún día, al volver de fiesta, encenderás la tele y me verás contando mi historia en un programa de estos de entrevistas que repiten hasta la saciedad en las madrugadas.
1 comentario:
Yo quiero ese tutú tan cursi. ¿Tendré la misma talla del Monstruo? Eres genial. Yo también quiero bailar y bailar y bailar. Y cuando salgas en la tele la primera que te verá seré yo (después de tu mamá, las mamás siempre van primero). Yo también saldré en la tele algún día. Mejor aún, yo seré la que te haga la entrevista o reportaje de tu vida. Tómame la palabra, ya lo verás.
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