Existía en mi vida un monstruo que me susurraba todas las noches al oído un "tu no puedes". Yo pensaba que el susurro para ser susurro tenía que transportar kilos de cariño en su carga, pues este no parecía que tuviera esa intención. También es verdad que era un susurro diferente, venía de un monstruo y los monstruos por naturaleza no susurran. Pero si hay algo que me encanta en esta vida son las contradicciones, así que preferí amarlo a destruirlo.
Más tarde descubrí que hay que disfrutar, exprimir y aprender de los malvados que pasan por nuestra vida,
gracias a ellos renacemos siendo mejores seres humanos.
Puede que la solución esté en dejar de huir de ellos y empezar a abrazar a los monstruos.
Tu quédate si quieres sentado en el sillón que yo voy a dar una vuelta a ver si agoto mi propia existencia.