6/6/10

Nos gusta más disfrazarnos que a un tonto un lápiz

Monstruos con tutús verdes, duendecillos del bosque de las hamburguesas de chocolate, gigantes unicejos masticadores de chicle, mariposas de colores cantando canciones de rock.

Si existieran a la mayoría no le gustarían, mirarían y criticarían. Eso es lo que parecía que hacían con los diferentes en ese mundo.
Así se sentían Maria, Irene y Luis. Ellos creaban sus propios pensamientos, se vestían extraño, hablaban de temas raros, tenían talento y no se molestaban en ocultárselo al mundo. Pero la Tierra no parecía darle importancia a esas “tonterías infantiles” como solían llamarlo.

Maria fue la primera que entendió todo aquello y no le gustó, así que decidió volar a otro planeta en busca de cosas raras que le hicieran feliz. Se montó en el elefante rosa volador que la había tocado en un huevo kinder y se fue, pero antes, como siempre hacía, abrió la Tendencias para leer su horóscopo: “Hoy conocerás al hombre de tu vida y…”, de repente se oyó un ruido estremecedor y, sin quererlo ni beberlo, Maria se vio en el suelo debajo de un enano marrón con un gran tupé. Cuando se recuperaron del golpe el enano le contó que se llamaba Luis y que estaba bailando encima de una nube, se tropezó y acabó en el suelo. Pero no terminó aquí la conversación, hablaron más, hablaron del futuro, Maria quería ser diseñadora y vestir a todos los monstruos que viven en las lavadoras, a todo el mundo le parecía imposible aquello. Luis soñaba con crear dibujos animados sobre esponjas amarillas con ojos saltones y ornitorrincos agentes secretos, cosas muy extrañas. A él le gustó la idea de buscar un lugar increíble donde sus sueños se pudieran hacer realidad, así que se apuntó al viaje de Maria, subió al elefante rosa volador y los dos se fueron a explorar nuevos mundos.



Volaron, volaron y volaron, hasta que se tuvieron que detener en la 7.536.044 estrella que pasaron, había una aglomeración de gente que no les permitía el paso. En el centro de todo aquello se encontraba una chica con ojos de rana y pelos de loca, llevaba una olla express en la cabeza y cantaba algo como: “Mi madre limpia la olla express, mi madre limpia la olla express…”. Todo el mundo la miraba. Luis y Maria se acercaron a ella y le preguntaron:
- ¿Qué te pasa?
- Quiero ser una superestrella, brillar sobre los escenarios y cantar canciones sobre ollas express, el amor es muy aburrido.
- Te vienes con nosotros? – le dijo Maria con una gran sonrisa.
Sin dudarlo un segundo la chica cogió la mano de Luis y montó sobre el elefante. Todo el mundo seguía mirando. La niña de la olla se llamaba Irene, descubrieron que aparte de rizos en la cabeza tenía sueños, ilusiones, ganas de comerse el mundo y arrasar.



Fueron días y más días en los que Irene, Maria Y Luis volaron por el universo. Reían, dibujaban, inventaban cosas imposibles, cantaban, bailaban de vez en cuando, hacían locuras continuamente. Cosas que les unían y les hacían sentir invencibles. Pero todo no fue perfecto, tuvieron que enfrentarse y luchar contra ogros, piratas y sus lacayos, monstruos rompedores de gafas, Horror Profundo… pero todo parecía más fácil porque todo lo hacían juntos, apoyándose unos a otros.
Se lo pasaban bien y se divertían pero seguían sin encontrar aquel mundo “perfecto”. En todos los planetas donde aterrizaban los extraterrestres seguían mirándoles raro y sin comprender lo que decían.



Esta vez se dieron cuenta los tres, era hora de volver a casa, pues el lugar ideal no existía porque aún nadie lo había creado. Tenían que bajar a la Tierra y demostrarles a todos que lo que les pasaba por la cabeza se podía hacer realidad, tenían que crear su propio mundo allí. Ellos habían nacido para triunfar y tenían que luchar por conseguirlo porque el mundo se merecía conocerlos, no se podían rendir, nunca.
“Por favor”, les suplicaba Maria antes de separarse, “haced siempre lo que os de la gana, soñad más rápido que nadie y no combinéis rosa con rojo”. Sus caminos se separaban, ahora no se tendrían al lado siempre, por lo menos físicamente porque en cada uno de ellos habría siempre una parte del otro. Todo era demasiado grande para hacer que esto les separara. Irene lloró, Irene siempre lloraba. Luis la abrazó y Maria se rió. Se querían demasiado.


Badajoz, 27 de febrero, 2025. La ciudad está llena de color, disfraces y música pegadiza. Sí, es Carnaval. Hay tres personas mirándose y sonriéndose en el teatro de la ciudad. No se han de contar nada nuevo, siguen tan unidos como el primer día.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Os echaré mucho de menos el año que biene, sin hablar de Bob Esponja ni phineas y ferb, sin ver a unas personas felices, muy felices por la calle siempre sonriendo, sin tener a nadie que me cuente historias sobre Riscos, sobre horror profundo o sobre monstruos de lavadoras...
Sois los mejores!!!nunca cambieis!
Por favor no os olvideis de mi!!!
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OSCURIDAD ABSOLUTA